"Después de Nuestra Señora, nadie en la tierra sufrió tanto como San José".
¿Por qué Nuestra Señora
sometió a San José a esta prueba? Desde la Anunciación supo que no debía
comentar el hecho con nadie y, muy obediente, así actuó. La solución encontrada
fue la más sapiencial: confiar enteramente en la acción de la Providencia.
María rezaba sin
descanso y, para compensar en algo el sufrimiento de su esposo, lo servía con
mayor dedicación y ternura de lo habitual.
Dos silencios se
entrecruzaban: el silencio de María Santísima y el silencio de José. Tal vez
éste sea el ejemplo más lancinante en materia de confianza en Dios de toda la
historia. Los Santos Esposos alcanzaron las cumbres del heroísmo en la humildad
y sumisión a la voluntad divina, ¡y hasta qué punto!”
¡San José mi padre y
señor, enséñame a querer más cada día a Jesús y María!
No hay comentarios:
Publicar un comentario