Doña Lucilia, que murió en olor de
santidad, a los 92 años, el 21 de abril de 1968, asumió los valores
incontrovertibles del cristianismo. ¡Nunca titubeó!
¡El 21 de abril, se cumplen 55 años del paso al cielo de doña Lucilia! Cuando era joven, en la facultad de derecho de la PUC-SP, quedé estupefacto con la noticia de que miembros de la TFP (Tradición, Familia y Propiedad) veneraban la santidad de la difunta doña Lucilia, madre del Dr. Plínio Corrêa de Oliveira, solicitando la intercesión póstuma de esta señora. Pensé que era absurdo. Fanatismo.
¡Hoy, después de
obtener gracias por mediación de doña Lucilia, obviamente cambié de opinión! Vi
cómo me equivoqué y también cómo me dejé engañar por gente mendaz y turbia.
El Papa Francisco me
ayudó mucho. De hecho, el actual sucesor de San Pedro, a la luz del Concilio
Vaticano II, explicó que “a menudo estamos tentados a pensar que la santidad
está reservada sólo a quien tiene la posibilidad de apartarse de las
ocupaciones comunes para dedicarse mucho tiempo de oración” (Gaudete et Exsultate, n. 14). Sin
embargo, el santo padre concluye: “Todos estamos llamados a ser santos,
viviendo con amor y ofreciendo nuestro propio testimonio en las ocupaciones de
cada día, donde cada uno se encuentra a sí mismo” (ídem).
Antes de continuar
con esta pequeña reflexión, es importante no olvidar el dogma, aún no declarado
ex cathedra, según el cual todas las
gracias, sin excepción, nos llegan por medio de María Santísima, la Madre de
Dios. Los santos nos obtienen las bendiciones celestiales de manera
subordinada, ya que, en el cielo, también recurren a la Mediadora de todas las
gracias.
Continuemos. Quien
lee la estupenda biografía (670 páginas) de doña Lucilia, escrita con la
habitual desenvoltura de Mons. João Clá Dias, EP, cuya lectura recomiendo con
entusiasmo, se encuentra ante una mujer sencilla, visceralmente católica,
profundamente mariana, que ofreció “el propio testimonio en las ocupaciones de
cada día”, según la característica de santidad subrayada más arriba por el Papa
Francisco.
Doña Lucilia con el Dr. Plinio bebé a pocos días de su nacimiento |
Doña Lucilia, que
murió en olor de santidad, a los 92 años, el 21 de abril de 1968, asumió los
valores incontrovertibles del cristianismo. ¡Nunca titubeó! Se convirtió en una
portentosa guía evangélica del Sagrado Corazón de Jesús para todas las personas
que convivían con ella, en especial para su amado hijo, el Dr. Plinio,
destemido militante de la causa católica.
He aquí, pues, doña
Lucilia, una laica en camino a la santidad canonizada, es decir, una santa
reconocida por la Iglesia… ¡En el ambiente del hogar, roguemos la intercesión
de doña Lucilia, aquella bondadosa señora! Consonante con la magistral
biografía antes mencionada, que se lee con gran deleite, doña Lucilia ofreció
amor y solicitud igualmente a quienes la fustigaron. Desde el cielo
amorosamente nos socorrerá, a viandantes, que le pidamos algún auxilio.
Por Edson Luiz Sampel
Presidente de la
Comisión Especial de Derecho Canónico de la Subsección 116 de la OAB-SP.
Profesor del
Instituto Superior de Derecho Canónico de Londrina.
Fuente: Gaudium Press
A doña Lucilia no la conocí personalmente, pero supe de ella por intermedio de la TFP. Siempre le rezo y me atiende en los pedidos. Bendiciones!! Antonio Modernell
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