Adecuar nuestros pensamientos, deseos, acciones y
sentimientos según Nuestro Señor Jesucristo, es el único medio de corresponder
dignamente al amor que Dios manifiesta por cada uno de nosotros.
[…] III – ¿Cómo corresponder a ese amor?
En lo concerniente a esa conversión, es menester tomar cuidado de un peligroso error.
En nuestra vida espiritual, nos falta a menudo el convencimiento de la necesidad
de ser santos. "No es raro que busquemos ser simplemente correctos,
olvidando el llamado del Concilio Vaticano II tantas veces repetido:"
Jesús, maestro y modelo divino de toda perfección, predicó la santidad de vida,
de que Él es autor y consumador, a todos y cada uno de sus discípulos, de
cualquier condición: 'sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto'
(Mt 5, 48)”.[22]Jesús expulsa el demonio durante su estadía en el desierto, durante 40 días. |
En lo concerniente a esa conversión, es menester tomar cuidado de un peligroso error.
“Gravísimo error comete”, enseña San Alfonso María de Ligorio, quien sustenta que Dios no exige que todos nosotros seamos santos, pues san Pablo afirma: "Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación "(I Tes 4, 3). Él quiere que seamos todos santos, cada cual según su estado: el religioso como religioso, el laico como laico, el sacerdote como sacerdote, el casado como casado, el comerciante como comerciante, el soldado como soldado, y lo mismo se diga de todos los demás estados y condiciones de vida ".[23]
Progresar en el amor y en el conocimiento
Para el cumplimiento de esta obligación, la Iglesia nos orienta maternalmente a través de la liturgia de este domingo; la oración del día nos indica de cierta manera el camino: “Concedednos, oh Dios omnipotente, que, a lo largo de esta Cuaresma, podamos progresar en el conocimiento de Jesucristo y corresponder a su amor por una vida santa”.
En efecto, necesitamos “progresar en el conocimiento de Jesucristo”, porque siendo Él, Dios y hombre verdadero es el arquetipo de todo el universo, como afirma San Pablo:" En Él se crearon todas las cosas en los Cielos y en la Tierra, las criaturas visibles y las invisibles " (Col 1, 16).
¿Pero basta sólo el conocimiento? No. Bien lo dice San Juan de la Cruz: “en el atardecer de esta vida seréis juzgados según el amor ".[24] La comprensión más profunda de la doctrina debe servir, sobre todo, para aumentar la caridad en nosotros, de forma que mejor conociendo a la adorable persona de Nuestro Señor, tengamos mayores posibilidades de “corresponder a su amor”.
Dios espera nuestra conversión
Nada de esto obtendremos, sin el auxilio de la gracia. El hombre no tiene fuerzas por sí mismo para adecuar establemente, sus pensamientos, deseos, acciones y sentimientos, conforme a Nuestro Señor. Para hacer efectiva la conversión a la que Jesús nos invita por medio de la liturgia de este domingo, indispensable será juntar las manos en oración y decir, junto con el profeta: “Conviérteme, y me convertiré, porque tú eres el Señor mi Dios” (Jr 31, 18b). Este deseo de cambiar de vida en este período de penitencia cuaresmal debe estar, por lo tanto, penetrado de mucha confianza.
"Pidamos ardientemente a María Santísima la gracia de una auténtica conversión". |
El triunfo de Cristo en el
desierto obtuvo gracias superabundantes para todo su Cuerpo Místico para vencer
las tentaciones del demonio. Nuestra fortaleza está en Jesús y, desde que no
nos divorciemos de la Cabeza, nada podrá Satanás contra nosotros.
Pero si al hacer examen de conciencia, hallamos una falta aquí o allá, no desesperemos. “Cristo murió, una vez por todas, por causa de los pecados, el justo por los injustos, a fin de conducirnos a Dios” (I Pd 3, 18). Él conquistó la victoria por sobre nuestras faltas para todo y siempre. Basta reconocer nuestra miseria y pedir perdón. ¿Cómo retribuir tanta bondad?
Pidamos ardientemente a María Santísima la gracia de una auténtica conversión, es decir la comprensión entusiasta y admirativa del inefable amor de su divino Hijo por cada uno de nosotros, que nos lleve a recorrer una vida santa, en el camino del Cielo.
(Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP in
“Lo inédito sobre los Evangelios”, Vol. II Librería Editrice Vaticana)
Texto completo: Comentario al Evangelio del 1° Domingo de Cuaresma) Año B
Pero si al hacer examen de conciencia, hallamos una falta aquí o allá, no desesperemos. “Cristo murió, una vez por todas, por causa de los pecados, el justo por los injustos, a fin de conducirnos a Dios” (I Pd 3, 18). Él conquistó la victoria por sobre nuestras faltas para todo y siempre. Basta reconocer nuestra miseria y pedir perdón. ¿Cómo retribuir tanta bondad?
Pidamos ardientemente a María Santísima la gracia de una auténtica conversión, es decir la comprensión entusiasta y admirativa del inefable amor de su divino Hijo por cada uno de nosotros, que nos lleve a recorrer una vida santa, en el camino del Cielo.
Monseñor Joao S. Clá Dias, EP fundador de los Heraldos del Evangelio. |
Texto completo: Comentario al Evangelio del 1° Domingo de Cuaresma) Año B
Notas:
[22] CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, n.40.
[23] SAN AFONSO MARIA DE LIGORIO. Obras Ascéticas. Madrid: BAC, 1952, v. I, p.392.
[24] SAN JUAN DE LA CRUZ. Vida y obras de San Juan de la Cruz. Madrid: BAC, 1950, p.1288.
[22] CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, n.40.
[23] SAN AFONSO MARIA DE LIGORIO. Obras Ascéticas. Madrid: BAC, 1952, v. I, p.392.
[24] SAN JUAN DE LA CRUZ. Vida y obras de San Juan de la Cruz. Madrid: BAC, 1950, p.1288.