sábado, 10 de marzo de 2018

La Iglesia es inmaculada e impecable por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP

São Paulo, 19 de abril de 2010.
Aniversario de la elevación a la Cátedra de Pedro de  S.S. el Papa Benedicto XVI.
Después de cada campaña de ataques, la Iglesia siempre surge más fuerte y esplendorosa que antes.
Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP
El tiroteo de noticias que, en las últimas semanas, intenta manchar a la Iglesia Católica, con la excusa de los abusos de niños cometidos por sacerdotes católicos, alcanza un auge increíble. Decididos a no dejar apagar la hoguera que encendieron, varios órganos de comunicación social se han dedicado a investigar el pasado, en búsqueda de nuevas acusaciones que involucren al Vicario de Cristo en la Tierra, el Papa Benedicto XVI. En esto, sin embargo, han fallado rotundamente.
Que existan sacerdotes indignos

y sin preparación, nadie lo puede negar; que se cometieron horribles abusos, y seguramente en número superior al registrado, es necesario reconocerlo. Pero, utilizar faltas graves circunstanciales de una minoría de clérigos, para denigrar a toda la clase sacerdotal, es una injusticia. Y usar esto como pretexto para intentar derribar a la Iglesia, es diabólico.
Sea dicho de paso, cuanto más se infiltra en la Iglesia el espíritu libertario, relativista y neopagano de nuestra época, tanto más es de temer que se cometan crímenes de pedofilia. Es imperiosa la necesidad de implantar en los seminarios un sistema de rigurosa selección, de tal forma que sólo se admita como candidato al sacerdocio a quien no tenga la propensión de ceder ante el mundo, sino que quiera enseñar la práctica de la doctrina católica con toda su pureza y dar ejemplo de ello.
La actual campaña publicitaria contra la Iglesia nos hace olvidar una verdad de la cual la historia nos proporciona un indudable testimonio: la Iglesia Católica fue quien libertó al mundo de la inmoralidad, y el mundo se está hundiendo nuevamente en el lodo del que fue rescatado porque está rechazando a la Iglesia. […]
De cada persecución, la Iglesia sale fortalecida.
Iglesia de los Heraldos del Evangelio, Bogotá, Colombia
Contemplando su propia historia, la Iglesia Católica puede decir con Cicerón: “Alios vidi ventos, alias prospexi animo procellas” [72].
Como en embestidas anteriores, ella saldrá aún más fuerte del actual combate. Numerosas reacciones por el mundo ya anticipan tal desenlace. En Irlanda y en España, las iglesias se llenaron durante la Semana Santa como hacía muchos años no ocurría. En los Estados Unidos, en Inglaterra y en otros países de Occidente, el número de conversiones aumentó. Varios periodistas, muchos de los cuales no son católicos, tomaron la defensa de la Iglesia. ¿Será necesario recordar que las persecuciones son indispensables para el resplandor de la Esposa de Cristo? ¿Y también para su renovación? En efecto, dice San Pablo: “Nam oportet et hereses esse ut et qui probati sunt manifesti fiant in vobis” (“Siendo, como es, forzoso que aún herejías haya”, 1 Cor 11,19).
Para destacar la perennidad de la Iglesia Católica Apostólica Romana, San Agustín nos ha dejado esta sabia reflexión: “Vacilará la Iglesia, si vacila su fundamento. Pero, ¿podrá, por ventura, Cristo vacilar? Ya que Cristo no vacila, la Iglesia permanecerá intacta hasta el fin de los tiempos” [73].
Recordemos que “Dios es el Señor del mundo y de la historia” [74]. Fue El mismo quien decretó que “las puertas del Infierno” no prevalecerían contra su Iglesia (Mt 16,18).
[71] BENTO XVI, Discurso à Cúria Romana, 22/12/2005.
[72] “Vi otros vientos y enfrenté sin temor otras tempestades” (In L. Calpurnium Pisonem, oratio, 9).
[73] Enarrationes in Psalmos, 103, 2,5; PL, 37, 1353.
[74] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 314.
Texto completo: La Iglesia es inmaculada e impecable por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP